El primer avión
Tras varios intentos fracasados de construir una aeronave que pudiera despegar y alzarse en el aire por sus propios medios, un seguidor de Sir George Cayley, el también inventor inglés William Samuel Henson (1812-1888), diseñó y patentó en 1842 el primer avión que iba equipado con un motor de vapor, hélices y un ala fija.
Esta idea tuvo eco en Londres y París y fue recogida por The Illustrated London Newsy L’Illustration, a partir de lo cual se multiplicaron los bocetos inspirados en aquellos principios de ingeniería.
La utilidad de todo aquello estribaría en un hecho: entre las ideas de G.Cayley y los dibujos de W. Henson se vislumbró el aeroplano a motor. Henson prácticamente no pasó nunca del diseño gráfico, en cambio G. Cayley, sí.
En el año 1848, un amigo de Henson llamado John Stringfellow (1779-1883), construyó una pequeña aeronave basada en los diseños de Henson y mejoró algunos aspectos. Pero no tuvo el éxito esperado. Era una nave no tripulada, y si bien pudo despegar con dificultades, no volaba más de 2 o 3 segundos.
Desafortunadamente, tuvieron que pasar todavía unos cuantos años hasta el siguiente avance dentro de la historia del primer avión que tuviera relativo éxito.
Demasiado tal vez, lástima que los sucesores Henson y Cayley fueran un puñado de lunáticos, y que el hecho de volar contradijera la opinión de ingenieros y científicos del momento, para quienes era imposible que un cuerpo más pesado que el aire pudiera elevarse, escepticismo apoyado por la ausencia de energías capaces y las limitaciones del motor de gas o la máquina de vapor.
Pero apareció el que muchos consideran el inventor del avión: Clement Ader (1841-1925), un ingeniero francés. En octubre del año 1890, C. Ader, consiguió que su aparato de hélice, llamado Éole, se elevara unos pocos centímetros y recorriera 50 metros volando.
Pese a que no consiguió controlar el aparato como el esperaba y se estrelló al aterrizar, el resultado conseguido era bueno. Este aparato contaba con unas alas parecidas a las del murciélago, estaba provisto con de motor de vapor y de hélice. Nacía así el vuelo humano propiamente dicho.
Este mismo personaje, en 1897, construyó un aeroplano mayor (llamado Avión III) que estaba equipado con un motor de vapor de 30 HP de potencia. Intentó repetir la hazaña en la localidad de Satory, pero no obtuvo el éxito esperado. Esta aeronave con motor, uno de los primeros aviones, puede verse en el Conservatorio de Artes y oficios de París.
Pero los pioneros de la aviación no se daban por vencidos. Prueba de ello fue la máquina voladora de Hiram Stevens Maxim (1840-1916) que el 31 de julio de 1894, probó de volar con un avión enorme para la época.
Era un biplano espectacularmente grande para aquella época. Ya que tenía 32 metros de envergadura, más de 3.000 kilogramos de peso y dos motores de vapor de 180 HP cada uno.
Con esta aeronave, consiguió despegar, coger un poco de altura y recorrer una distancia de 60 metros. Pero era un ingenio muy complejo y difícil de manejar y se estrelló.
Casi era incapaz de ascender, descender, girar o aterrizar de manera controlada. Pero ninguna experiencia, por modesta que sea, deja de ser útil. En el campo de la aviación, cada paso señalaba una etapa en la conquista del aire.
También el científico y profesor estadounidense Samuel Pierpont Langley(1834-1906) el 6 de mayo de 1896 tuvo cierto éxito en el primer vuelo con una aeronave diseñada y construida por él.
Este avión recibió el nombre de Aerodrome No 5 y recorrió volando una distancia de unos 1.000 metros. Con una versión mejorada, el Aerodrome No 6, el 28 de noviembre del mismo año logró recorrer 1.460 metros. Pero estos dos aparatos tenían un inconveniente, no estaban tripulados por el hombre.
Muchos expertos y científicos coinciden en que, dentro de la historia del aeroplano, los experimentos vistos hasta ahora, casi no se pueden considerar vuelos. Más bien “saltos” con un mínimo tiempo de sustentación en el aire. Algo que a partir de ahora cambiará:
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